entre tiempos

a M. (por siete días, inconjurable)

se siente texto a la deriva. sus palabras -ella- desbordadas, mudas. había querido decir, pero. frases heridas, fragmentadas, despedazadas. el fetiche como redención posible. rémora de sentido, del sentido dado por el otro (su mirada imposible borra, agrega o detiene). pasado y futuro estallan en su cuerpo, en su lengua húmeda e inútil. ella y su duda y su deseo. ella. lo no dicho y lo dicho se inscriben en el bisbiseo del silencio. darse cuenta que la única libertad posible habita en la palabra que desconoce, que se le escapa.

Laura A.

1 comment:

Martín Palacio said...

Siempre pensé que sentirse texto a la deriva es correr peligro de disolución. Si partimos de la base que el ser solo es posible en la simultaneidad, ser con otro, sólo nos queda decir que el texto, en cuanto tejido, es la manifestación de ese co-ser, una costura que, como decurso del deseo, evidencia hasta dónde es posible convencernos de lo que es idéntico y distinto de sí mismo. La fórmula no es nueva: según Quevedo, "es hielo abrasador, es fuego helado". Ahora bien, "lo no dicho y lo dicho se inscriben en el bisbiseo del silencio". En una escritura fundada en la interrelación de lo sexual con la grafía, siempre se da un transfondo representacional pues allí se expresa una profundidad momentánea de la cual queremos tener una certeza. Pero la certeza está enmarcada dolorosamente en el afuera, "en la palabra que desconoce, que se le escapa".