entre deseos
el reloj no dio el minuto y la boca se congela en mueca. ni una palabra late. el silencio muralla (génesis y escape). el sonido fisura (excusa y coartada). el aire se detiene en espejo: fractales que fragmentan el cuerpo al infinito y la mirada del otro como grumo entre las pestañas. superposición imaginaria. realidad y deseo delatados en su propia trampa. la boca se cierra y el silencio se deshace en eco. desde el vacío, pensó, también se habla.
Laura A.
*****************************************************
la lucha entre eros y tánatos la llevó al destierro. Perdió las palabras, algunos dientes y uno de sus ojos. Volvió a la orilla desnuda (feto expulsado antes de tiempo). volvió a la orilla convertida en grito.
desdobla la lengua como hoja seca. como pergamino mudo. perdió noción del espacio que se ahueca, extraño, alrededor de su cuerpo. el deseo se deshace. cae como confetti después de la fiesta. escuchó risas y las confundió con celebración (quiso comerlas como sacramento). carne y alma. escuchó gemidos y los pensó placer (quiso ser ungida).
respira profundo. los pulmones parecen estallar en fuegos de artificio. convulsión del cuerpo y la boca se abre. los brazos se mueven como serpentinas. cómo nacer si no hay nadie para recibirla.
Laura A.
...........................................
vuelve a encontrarse sola en la oscuridad de la noche. la luz de la luciernaga está del otro lado de la puerta. Pero esta vez, no hay algodones de azúcar ni tibieza en el aire. hay líneas de polvo que desvían la mirada. hay voces que ocultan los deseos con palabras. el agua que sube lentamente cubriendo sus pies, sus rodillas, no es agua sino whisky y lágrimas. salivas y sangre.
cuidarme. hace equilibrio parada en el no lugar. los ojos rojos y la garganta cerrada. sigmund creía en la neurosis. ella cree en la verdad de sus visiones. las palabras se superponen pero como en el sueño, no hay lugar para ellas. tose y tiembla. la luz cruza su cuerpo como cicatriz. y el deseo. no voy a dejar que nada malo te pase. un beso y caperucita se deshace de la tela roja. también ella se convierte en lobo. piensa que la inocencia de lo par consiste en no dejar nada afuera. una sonrisa irónica (en esta historia no suele haber lugar para lo par) y se deja seducir por el olor de los cuerpos.
el frío convertido en humedad. la respiración en gemido. el hielo de boca en boca como el beso. como el frío. tiembla. disfruta de lo prohibido (por lo menos hasta que la pequeñez de la luciernaga se haga visible). toca una humedad espesa. egoista. y un dedo le roba el grito que se desparrama en la sábana, en la pierna suave de un lobo disfrazado de cordero.
hace equilibrio en el no lugar. sabe que no hay cuento sin pérdida. sabe que el final feliz es una máscara quizás más dolorosa. hace equilibrio pero su cuerpo quiere la luz. nada (o sueña) hasta el calor doloroso del límite.
Laura A.